¿Nuevo fracaso?

Rivera ha quedado afuera de la Copa Nacional de Clubes, un nuevo intento para un nuevo fracaso. Se llevan jugadas 57 ediciones desde que Efraín Martínez Fajardo sugirió la realización de un evento nacional que reuniera a todos los campeones del fútbol del interior.
Hoy hay varios cambios, ya juegan equipos de los aledaños de Montevideo, ya juegan equipos que terminan terceros o cuartos en los campeonatos locales, juegan hasta equipos que están en la Divisional B en su departamento, juegan además representantes de las Ligas del Interior de cada uno de los departamentos, en fin, juega quien pague la inscripción.
Ya no sé si se puede considerar un récord favorable el hecho que en este último certamen intervienen 88 equipos, 32 en la Divisional A y 56 en la Divisional B, cuando el país tiene 18 departamentos en el interior.
Desde los primeros intentos muchos fueron los equipos riverenses que lo han intentado. Prácticamente todos los que están en actividad.
No logramos un lugar de privilegio desde la época de oro de Oriental, cuando jugaba sus partidos en el Petit Estadio y ganaba todas las primeras fases y se quedaba en la segunda, o en la tercera, o en las semifinales.
Recuerdo como si fuera hoy, la eliminatoria ganada a Estudiantil de Paysandú por cinco a uno como visitante y perdiendo cinco a cero como local.
Recuerdo el momento clave jugado en una cancha abierta en Progreso con la expulsión de un azul a poco de iniciar el partido y un arbitraje desastroso, presionado por la gente que tenía al “línea” al alcance de la mano.
Eran cinco hilos de alambre alrededor del campo de juego y la gente entrando y saliendo cuando no estaban de acuerdo con la decisión del árbitro.
Ese día Oriental había llegado en un tren que llegó atrasado y luego de varias horas de intenso traqueteo en los viejos vagones de AFE.
Fue lo máximo hasta el ’95, cuando Frontera Rivera Chico armó un equipo como para llegar a la Liguilla.
Fue un momento especial, los dos mejores del interior, los que llegaran a la final, pasaban a la Liguilla Pre-Libertadores y ello sucedió a fines de 1995.
Los rojos tuvieron algunos problemas para llegar a la final, pero lo lograron luego de jugar una semifinal nunca olvidada, en Paysandú, ante Rampla Juniors, Julio Baccaro le hizo un gol a Oronoz a los 89 minutos y medio de juego un día que jugaron en una cancha donde se había realizado una doma criolla un par de horas antes.
Llovió torrencialmente, ningún equipo quería prestarle su escenario a Rampla Juniors, hasta que surgió la posibilidad de esa cancha en condiciones totalmente antirreglamentarias y unas cabinas de radio que habían sido utilizadas como baños públicos en la misma criolla.
Cuando jugaron en el Estadio “Atilio Paiva Olivera” recuerdo que fue el día que vi la mayor cantidad de gente en las tribunas, obviamente después del partido inaugural entre Uruguay y Nueva Zelandia, más aún que en el encuentro entre Brasil y Argentina por la Copa América de 1995.
Ese día los rojos resolvieron cobrar tres pesos y habían más de quince mil aficionados en las tribunas y festejaron a lo loco el mejor gol que hizo en su carrera deportiva, João Batista Lagestao casi desde el medio de la cancha recostado a la tribuna Avda. Italia.
Después en los penales la experiencia de Oronoz y la eficacia de Ruben Paz definieron el partido y el pasaje a Montevideo.
Se había acordado que cuando se enfrentara los equipos del interior se iba a considerar como la final del campeonato de Clubes Campeones y así fue, se jugó ante el Porongos y por un lugar en la Conmebol.
Ese día en el Estadio “Juan A. Lavalleja” de Flores, donde concurrimos acompañado de un gran amigo -Álvaro Bueno- que nos enseñó a manejarnos en Trinidad fue el día que los rojos perdían uno a cero y, en la hora de finalización hubo dos jugadas determinantes.
La primera de ellas, el gol de Heber da Silva para Frontera que determinaba la definición por penales y todos sabíamos que, en los penales, nos quedábamos con el título.
Pero el festejo desmedido de los rojos se hizo en campo defensivo y todos unidos en el festejo del tanto vieron como el puntero derecho del Porongos, Rómulo Fernández, corría solo por su sector y marcaba el segundo gol y definitivo en el partido.
Salvo esas dos situaciones y una eliminación de Sarandí Universitario ante el Río Negro en las semifinales, nunca pudimos llegar.
En los últimos años se ha intentado, se ha buscado por todos los medios, se ha autorizado el período de pases especial con la finalidad que los representantes riverenses puedan mejorar sus equipos y planteles para participar con posibilidades y nada ha sido fructífero.
Fracaso tras fracaso, intento tras intento, y siempre hemos quedado por el camino, con el agravante que en estos últimos años nos han eliminado siempre, equipos de Artigas, Salto o Paysandú.