Nuestra opinión: Contra la corriente
En todo orden de la vida no hay triunfo más épico que el que se logra ante la adversidad, porque el verdadero éxito no es fácil de lograr, pero se puede llegar a él con mucho esfuerzo y luchando contra la corriente.
Es que la resiliencia es la capacidad humana de afrontar situaciones difíciles.
Se trata de tener la habilidad para resurgir de la adversidad, saber sobreponerse, adaptarse, recuperarse e incluso salir fortalecido de aquellas situaciones complejas transformándolas en una situación de crecimiento personal.
Así, de esta manera, la celeste se fue a Tacuarembó a enfrentar una situación más que complicada porque los datos previos establecían una superioridad de los rojiblancos que se basaba casi exclusivamente en hechos estadísticos.
Mientras los nuestros habían perdido como locales ante un Artigas que no fue superior a Rivera, ellos habían perdido como visitantes ante un rival que fue superior a pesar que Tacuarembó seguía reclamando decisiones arbitrales que lo llevaron a privarle la posibilidad de al menos dos penales a su favor.
Y los rojiblancos, con viento en la camiseta, con un equipo que tiene varios años de una base que juegan juntos sin importar quién es el técnico que los conduce.
La celeste se enfrentaba ante un mar de adversidad con un objetivo claro e inocultable: “si volvemos del Goyenola con un punto, somos Gardel en su tierra”.
Es que, en realidad, el ser humano no necesita vivir sin adversidades, sino saber que van a existir, que son parte de la vida misma.
Entonces, ante la adversidad, lo que se debe hacer es luchar por algo que merezca la pena. La lucha era por lo que parecía imposible y no puede haber nada mejor para el ser humano que ganarle a la adversidad.
Un par de minutos en la cancha y la sorpresa, que es una de las maneras de derrotar a lo imposible, y la celeste por uno, por dos y luego la expulsión que nos deja con diez.
Se redoblaba la misión, mientras se iba logrando un objetivo se podía caer otro, pero casi increíblemente, la celeste llega a tres, en casa ajena y con uno menos.
Tres era ya una diferencia que nos ponía a cubierto de cualquier situación, pero… siempre hay un pero. Y esa indecisión llegó cuando el local alcanza un gol antes de finalizar el primer tiempo.
Se veía venir la tormenta, pero había que enfrentarla con todo lo que es reglamentario y con todas las armas posibles. Ya no se podía perder la posibilidad de los tres puntos que eran muchísimo más que el punto único que fuimos a buscar.
Entonces, poco a poco se fue logrando que el éxito no fuera un simple accidente sino que se fue transformando en el resultado de la perseverancia y la dedicación.
Vino entonces la tensión de los minutos finales, el segundo del local casi sin tiempo para la reacción final, a pesar de contar con una tribuna que nos empujaba hacia nuestro arco.
Después el alivio, dejar atrás la tensión muscular y, mucho más la emocional, para dar paso a la alegría del deber cumplido y ese es el mejor resultado al que se pueda haber logrado.
“Si crees en ti mismo, puedes conseguir cualquier cosa que te propongas”.
“Confía en ti mismo y en tu capacidad para alcanzar tus metas”.