Muchas veces perder es ganar y en esta oportunidad debemos recoger la experiencia
Siempre manifestamos cierta contrariedad cuando nos llaman perdedores, tanto que llegamos al punto de tomar dicha palabra como un insulto o una ofensa y es natural pues a nadie le gusta sentirse derrotado o fracasado.
Pero entre las múltiples paradojas de la vida, encontramos que perder no necesariamente tiene acepciones derrotistas y que a veces nos puede resultar altamente constructivo y enriquecedor para nuestras vidas.
Los seres humanos vivimos con un miedo casi patológico a perder, pues siempre queremos una victoria que nos haga sentir felices.
Pero al perder no sólo perdemos cosas maravillosas como por ejemplo un campeonato, un titulo, una medalla, también podemos perder vicios, defectos, tristezas, recuerdos dolorosos y malos sentimientos, desde este punto de vista, la pérdida sería más llevadera y hasta satisfactoria, ¿no creen?
Sin embargo, la razón por la cual nunca queremos perder es porque muchas veces no queremos aprender a cambiar y eso es lo realmente malo si lo analizamos desde el punto de vista deportivo.
Y sin darnos cuenta, lo que no queremos perder son nuestros miedos, sean pequeños o inmensos. Pero para ganar todo aquello que deseamos primero debemos estar dispuestas a perderlo, pues así sabremos que si lo que se fue regresa es porque de verdad pertenece a nuestro camino y ya nada podrá apartarlo de él.
Cuando nos liberamos del miedo a perder es cuando vivimos mejor y lo aceptamos con mayor plenitud y altruismo.
Puede que “perdamos”, pero siempre ganaremos algo: la certeza de que nada es al azar, y que si en nuestro camino hay tropiezos es porque necesitamos nuevos aprendizajes y nuevas experiencias.
El fútbol, como la vida misma es sabia, nos regala nuevas oportunidades y nos permite estar al lado de las personas que realmente nos valoran y nos aprecian.
Perder, por otra parte es compartir con esas personas, las que te rodean en el momento de la derrota, no las que llegan para el abrazo en la victoria.
Aprendemos a valorarlas
Sucederá que muchas cosas se van, quizá lo que no era lo ideal
Pero el cielo está lleno de estrellas ordinarias, para que así valoremos a las estrellas fugaces en su sorpresivo y luminoso paso; quizá, también sucederá que descubramos que lo que queríamos no era lo mejor y demos gracias por habernos distanciado de lo que en un principio fueron nuestros deseos.
Como dicen por ahí, “perder es ganar un poco” y a veces… ¡mucho! Pues después de toda pérdida queda un aprendizaje ¿y por qué no? El inicio de una vida mejor.
Es así que consideramos este pasaje celeste por este campeonato nacional, perdimos pero ganamos en la experiencia que se le pudo dar a muchos jóvenes, casi niños, que vistieron la camiseta celeste por primera vez y que la llevaron en el pecho con orgullo, como lo demostraron en cada uno de los partidos.
Jugando así, ¡qué me importa la derrota deportiva si consideramos que son ganadores en la vida y que, a la vuelta de la esquina está la revancha y será otro el destino!
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