Mi opinión…
Hace 53 años y algunos meses, comencé a deambular por las canchas de Rivera y el país. Un largo trayecto donde se aprende todos los días y, en muchas oportunidades, de las personas que no se espera.
Por ejemplo, un día un Director de una de las radios donde trabajé me dijo que no hay que responder a nadie, que el que escribe o dice algo lo hace con la idea de esperar una respuesta que no es otra cosa que justificar que lo escuchaste o leíste. Sabias expresiones y eso lo pongo en práctica en las redes sociales.
Jamás contesto en público y si considero necesario lo hago personalmente y si es posible de frente como debe ser.
Aprendí muchísimo a escribir con Rik Jesús Araújo, con Luis Edelmiro Chele (mi Jefe de Redacción en catorce años que trabajé en Diario El Día) y muchísimo en radio con maestros como D’Artagnan L. Pedecert, Victoriano Cabrera, Lauro Selby Barboza, Pedro Eduardo Pascual, Juan Carlos Duarte y algún otro.
Y en el fútbol, gracias a Selby, fui el encargado de cubrir las informaciones de la Liga cuando había reunión tres o cuatro días por semana porque se reunían, la Primera, la Divisional B, la Intermedia, la Extra y hasta la Liga de Barrios.
Tuve grandes maestros, uno de ellos aún hoy actúa y se trata de Mario Ariel Vettorello, un crack.
Pero a nivel de dirigentes no me canso de decir que vi actuar y de ahí se aprende muchísimo, a Bernardino Freitas, a Guillermino A. Pérez, a José A. Osorio, a Pedro Ranquin, Humberto Curí, Tito Conti, Celso H. Pérez Zambrano, Claro dos Santos, Amarací Souza, Lele Padecer, Carlos Serón, José P. Feliz, Esmeralda Castro, Neri Araújo, entre otros.
Fueron muchos años de estar semana a semana en medio de la información, de la defensa de sus equipos, pero con grandes de respetarse como personas y, es más, era común verlos discutir acaloradamente en la sesión y salir para reunirse todos juntos en el Bar de Pipi en el americano. Respeto, conocimiento de la reglamentación y cada cual lo utilizaba en defensa de su equipo.
Siendo sincero y sin que se considere una ofensa, hoy van a la Liga, salvo algunos casos especiales y bien definidos, algún dirigente que tiene tiempo o el padre de alguno de los jugadores o el amigo o vecino del Presidente que en la mayoría de las veces ni siquiera conoce la tapa del Libro del Reglamento, como sucedió hace algunos años cuando un delegado dijo respetar y poner en práctica todo lo que el Libro decía y levantó un reglamento que ya había sido modificado en dos oportunidades posteriores.
Basta asistir a una reunión para advertir que en muchas oportunidades se plantean mociones con la finalidad de votar sobre aspectos que están reglamentados.
Aquí se ha jugado sin el certificado del deportista, que es una Ley Nacional; aquí se ha jugado con fichas médicas vencidas, con cédulas de identidad vencidas; aquí se ha sancionado a jugadores que no fueron expulsados y nadie lo advierte, aquí se ha presentado el caso de equipos que han logrado título con jugadores que han acumulados seis y siete tarjetas amarillas sin que hayan cumplido la sanción automática y que, para no ir más lejos, no hace mucho tiempo, un equipo salió campeón con la presencia, en el campo de juego, de una persona sancionada por el Tribunal.
Eso, en el pasado no pasaba, y era por una razón muy sencilla, había muy buenos dirigentes y tuve la enorme suerte de conocerlos y tratarlos a todos.
Hoy, con 53 años y pico metido en esto creo que tengo el derecho, al menos, de decir lo que pienso y al que no le guste, sabe muy bien lo que debe hacer y sin enojo alguno, ni de parte de quien lo haga ni mía propia.
Tengo una página en Facebook que se llama El Deportivo, que nació aquí, en NORTE, y que creció una vez que no pudimos salir más en papel y es donde se informa.
No es una página ni de opinión ni de discusiones, mucho menos de agravios. Tengo la potestad de eliminar aquello que no tiene nada que ver con una opinión de fútbol, y ya lo he hecho varias veces y lo seguiré haciendo.
Hasta el día de hoy, con ocho mil seguidores tengo el orgullo de señalar que ninguno se ha alejado y que cada día somos más. Mientras me acompañen voy a seguir en este camino: informo lo que pasa. El día que no pueda hacerlo, me voy antes que me pidan que me vaya. Un abrazo y hasta siempre.