Lo que vivimos merece que se pueda repetir una y mil veces
Fue una verdadera fiesta y todo fue normalidad en el estadio. Los problemas se generaron afuera y tienen que ver con la seguridad pública, más que nada con el ornato público que fue violado por los parciales que llegaron con la finalidad de mirar un partido pero no se conforman solamente con ello y quieren dejar su marca.
Pero, son los menos, un pequeño grupo, casi minúsculo que son los mismos que en la capital del país hacen lo posible para que sus equipos pierdan puntos y sean fuertemente multados.
Es que en este caso habría que actuar de la misma manera y enviarle, a la Comisión Directiva de Peñarol, a través de la AUF, un estimativo de costos de los destrozos provocados por sus parciales en nuestra ciudad.
Sin embargo y, lamentablemente, debemos aclarar que no fueron solamente los que vinieron sino que muchos locales también fueron responsables, árboles destrozados, algunos arrancados de cuajo, pinturas en paredes, muros y oficinas públicas y algo más.
Pero, felizmente, la gran mayoría disfrutó el espectáculo eran riverenses porque si había veinte mil personas en el estadio, seguramente cerca de quince mil eran riverenses y eso es muy importante teniendo en cuenta lo que se puede venir.
Era una prueba de fuego para los organizadores, para los privados que en muchas oportunidades son criticados pero que son, en definitiva, quienes deben asumir el riesgo que no le corresponde ni a la Intendencia ni a la Liga de Fútbol.
Hubo fallas, hubo errores que fueron mínimos y solucionables en otra oportunidad pero había que conocer el mecanismo y esta oportunidad fue propicia para ello.
Seguramente lo que vivimos el pasado sábado servirá para que los propios organizadores de este evento piensen en la posibilidad de nuevos emprendimientos y habrá que acostumbrarse a ello.