Algún día tendremos que encontrar el camino que lleve a competir con relativa posibilidad
Hoy ya estamos nuevamente sin actividad de la selección. Hemos quedado nuevamente por el camino, como en los últimos años, pasos más pasos menos, pero siempre por el camino.
Y a veces nos damos cuenta que deportivamente no somos menos que los demás, pero nos ganan en organización, en logística, en estructura y eso no hace goles pero cuenta en el momento del balance.
Una y mil veces vamos a repetir que no nos vamos a subir al carro de las críticas fáciles a los dirigentes, al cuerpo técnico o a los jugadores.
Queremos ir más atrás, a encontrar los responsables en los clubes, que no aprueban -por ejemplo- la sanción a quienes no vayan a jugar a la selección porque afectan sus derechos clubistas.
Y lo decimos con propiedad porque estuvimos en la Comisión de Reglamento y ese artículo estaba incluido pero fue quitado en la Asamblea de Delegados.
Entonces, hoy vemos como nos privamos de muchísimos jugadores de muy buen nivel que podrían conformar una selección altamente competitiva, como la tienen Paysandú o Tacuarembó, por nombrar algunos de los cercanos y que nos dejaron por el camino.
Hasta Bella Unión tiene un grupo de jugadores que sienten la “rojita” y que juegan gratis con el único objetivo de mejorar su fútbol interno, y la gente les responde porque en ninguno de los partidos jugados por la selección norteña, hoy también eliminada de la competencia, se vendieron menos de 1.000 a 1.200 entradas en una ciudad que tiene muchísimos menos habitantes que la nuestra.
Y los mejores no están, quizás porque no hay estructura, porque no se les presenta una planificación acorde con lo que necesita el jugador también para vencer en la vida deportiva.
Es por ello que nunca olvidamos al Dr. Juan Alberto Beis, cuando reunió a los mejores, estaba el mejor técnico, los mejores preparadores físicos y los mejores jugadores del momento para decirles que no había ni un solo peso en la Liga.
En ese momento la Liga se comprometió a pagar todos los gastos y brindar la mejor estructura posible, los mejores jugadores del medio debían dedicarse a jugar al fútbol y recaudar lo mejor que podían.
Y la celeste logró su último título del interior, con los mejores jugadores en la cancha. Sin embargo hoy nos queda la gran duda de saber qué hubiera pasado esta vez si en la cancha estuvieran los mejores.
Que quede claro, y muy claro, que nada tenemos contra quienes jugaron, quienes no le dieron la espalda a la selección, quienes asumieron la responsabilidad de “ir a la guerra con un escarbadientes”.
Ellos merecen todo nuestro reconocimiento y agradecimiento por competir, pero la realidad nos muestra, por ejemplo que del equipo campeón del fútbol de Rivera había muy pocos jugadores.
Y desde el punto de vista administrativo, los clubes son los únicos responsables porque tardaron una enormidad en el llamado a Asamblea para regularizar una situación que se veía venir desde hacía mucho tiempo.
Las elecciones que debían realizarse en junio, a más tardar, se realizaron en noviembre.
Para colmo de males, no hubo reelección y sí cambio de autoridades, que tuvieron que ponerse inmediatamente a trabajar buscando soluciones, porque la afición deportiva les exigía presentarse a un campeonato siendo que no había condición alguna de jugarlo con relativas posibilidades.
Se vinieron las fechas encima, el campeonato Rivera que no finalizaba nunca, las finales, las fiestas de fin de año, y recién después el comienzo de los entrenamientos, con jugadores que se iban en lugar de sumarse.
Una sola practica de fútbol formal contra una selección que se preparaba para el mismo certamen que nosotros es muy poco, casi nada, máxime cuando el técnico quiere verlos a todos y cada uno tiene, como máximo, cuarenta y cinco minutos para demostrar su valía.
Inconvenientes internos que no se pudieron solucionar y que llevaron a que en las últimas fechas hasta tuviéramos un plantel reducido con relación al que comenzó a entrenar.
No hablemos desde el punto de vista económico, porque a falta de triunfos, de victorias, la gente se aleja y las recaudaciones fueron realmente muy escasas.
Dígase que algunos dirigentes salieron a buscar recursos para poder elevar en algo la exigua cantidad que le correspondía a cada uno de los jugadores.
Pero la realidad nos muestra que fueron muy pocos pesos los que se llevaron como viáticos cada uno de los jugadores, lo que descarta totalmente que hayan jugado a cambio del dinero que recibieron.
HOY
Como todos los años nos queda el sinsabor de la derrota deportiva, pero el convencimiento cada vez mayor que las experiencias sirvan para tomarlas como base para nuevos emprendimientos.
En más de una oportunidad hemos pedido que los cuerpos técnicos elaboren un informe real, sincero y objetivo, de lo que vivieron en cada uno de los momentos de la derrota.
Que dejen escrito lo que les faltó y que establezcan las mejores condiciones para trabajar con posibilidades.
De los últimos tiempos, y lo tenemos muy bien guardado, solamente Carlos Wallace ha realizado un informe crítico, pero estamos plenamente seguros que la enorme mayoría de los dirigentes de clubes ni lo leyó, ni siquiera lo examinó y lo deben haber guardado bajo siete llaves en algún cajón del escritorio.
Un informe no es el que detalla los partidos jugados ni los resultados obtenidos, un informe que sirva para quien asuma la conducción técnica la próxima temporada deberá contar con condiciones para trabajo, con una planificación viable, con un programa de actividades y con consideraciones sobre lo que debe repetirse y lo que deberá contar el próximo cuerpo técnico.
En la certeza de haber contado con un deportista de vasta experiencia en el ramo, como lo es Sergio Correa como Coordinador, con un antecedentes de trabajo en un equipo profesional, hay que esperar que se reúna con los integrantes del cuerpo técnico, se elabore ese informe y se lo pueda conocer para no repetir nunca más todos nuestros errores de los últimos años.
Hoy, ya con casi cincuenta años al lado de una cancha de fútbol, todavía tengo la esperanza de ver que se hagan bien las cosas, que los clubes se vistan de celeste en verano y que ayuden al resurgimiento de una selección que, cuando empezamos en esto, estaba siempre del lado de las victorias, en el interior, en el norte, en el noreste y hasta en el Litoral.