Situación preocupante en el Centro de Justicia de Rivera
(Por Ariel Rodríguez) El sistema judicial uruguayo, históricamente ha sido el bastión último de las reservas morales y éticas de los uruguayos. Ha sido resguardo de nuestro sistema democrático de vida.
Los jueces en Rivera, y en general en el interior de nuestro país han sido verdaderos referentes, autoridades respetables, pero en definitiva ciudadanos que siempre de una manera u otra se integraron a la comunidad, pues en definitiva son parte de ella.
Se equivoca quien cree que por cumplir un rol, de trascendencia y reconocimiento por parte de la comunidad, cualquiera sea, está por encima del común de sus integrantes.
Comencemos para ello por nosotros, los comunicadores, poseedores de una herramienta ?llámese micrófono, cámara o teclado?, de un alcance que va más allá de lo previsible.
De la forma como manejemos las noticias, de las opiniones que emitamos, dependen en muchos casos, actitudes de la comunidad que conformamos, más allá de su tamaño.
Somos pues, no los poderosos poseedores de esa herramienta, sino que vecinos en quienes la comunidad ha depositado la inmensa responsabilidad de manejarla y no somos más que eso vecinos que ejercen un oficio o profesión, simples trabajadores.
No debemos nunca perder de vista esa relación, en definitiva, son ellos los integrantes de esa comunidad quienes nos dan el trabajo, pan nuestro de cada día, pues el día que decidan no escucharnos más, no vernos o no leernos, seguramente que nos quedaremos sin él.
Este razonamiento que entendemos válido para nosotros, creo es de total validez para todas las actividades, pero especialmente para los funcionarios públicos, desde el más encumbrado hasta el de menor jerarquía.
Son nuestro empleados, somos nosotros los contribuyentes quienes le pagamos el sueldo, pero lo más importante, somos nosotros quienes desprendiéndonos de nuestros derechos, depositamos en ellos determinadas tareas.
El que cobra el impuesto lo hace por que nosotros, el soberano, decidimos renunciar a nuestro derecho de propiedad, para aportarle al estado. Con el policía, renunciamos a nuestro derecho de libertad, en bien de vivir en comunidad.
Al sistema judicial le otorgamos, nosotros el soberano, en búsqueda de esa necesaria convivencia, renunciando a la posibilidad de hacer justicia por mano propia, la potestad de dirimir nuestros conflictos, de ser quien determine cuando nos asiste o no derecho, de decidir la pena que debe pagar quien viola las leyes, pero siempre en nuestro nombre.
Viene bien, que los soportes de nuestro sistema judicial no pierdan de vista que no pasan de eso de simples empleados del soberano, que ha depositado en ellos, la inmensa responsabilidad y no otra cosa, de administrar justicia.
No son seres superiores, ni elegidos de la divinidad, ni mucho menos dueños de la vida de sus congéneres, son simples administradores de justicia, ni más ni menos que cualesquiera de los empelados públicos que conforman la administración.
Quizás la única diferencia radique en la responsabilidad que tienen.
En este pueblo supimos de muchos Jueces, así con mayúscula, que supieron ejercer su función, con la dignidad, la jerarquía que ella exige, pero que no perdieron de vista que eran un vecino más, sabedores por su capacidad, por su don de gente, que la única forma de poder administrar justicia, más allá de la aplicación de la ley, es estar en contacto con la gente, con quienes conforman esa comunidad de la que ellos son uno más de sus engranajes.
Lamentablemente, en los últimos tiempos hemos ido percibiendo como esa relación tan necesaria entre jueces y comunidad se ha ido alejando, se ha ido enfriando, dejando la impresión de una progresiva deshumanización del sistema.
El sistema democrático, no admite clases, ni mucho menos castas. La arrogancia, la soberbia, suelen ser muy malas consejeras, ellas pueden ser responsables de cual es nuestro verdadero rol en la comunidad.
Nos preocupa la situación de la administración de justicia en Rivera, hay rumores, hay declaraciones públicas, que por lo menos no dejan claras las cosas y ello es muy mala cosa cuando afecta a quienes deben decidir, sobre un bien tan preciado como es la libertad de los individuos.
No entendemos a los magistrados que se niegan a realizar declaraciones a los medios de prensa y especialmente a los locales, muchas veces la actitud cambia cuando las cámaras o los micrófonos son de medios capitalinos.
Durante tres días, como corresponsal de Subrayado, me tocó andar a las vueltas con el equipo del programa “Víctimas y victimarios” de ese canal, que vinieron con el único cometido de recrear la fuga de la cárcel, en febrero de 2007.
Ayer nos encontrarnos en puertas del Centro de Justicia, querían hablar con Mijail Rottas, sobre aquellos hechos.
Cuando estaban ya por marcharse, un funcionario, amablemente, nos informó que el Dr. Rodolfo Souto, quizás pensando que lo que les interesaba era el juicio que involucra a estos dos magistrados, iba a realizar declaraciones a la prensa.
De mi parte quedé muy satisfecho con la buena nueva, pero los colegas dijeron que estaban en Rivera por otro tema. Me mantuve en la puerta del Centro de Justicia, a efectos de lograr las declaraciones del magistrado. Es más era el único periodista que estaba allí y aunque mi jornada empieza muy temprano decidí aguardar, además del interés periodístico por una simple cuestión de delicadeza.
Grande fue mi sorpresa, cuando apenas ingresó el magistrado, que creo no me conoce ?creo que conoce a muy poca gente de este pueblo? salió el amable funcionario a decirme que Souto no iba a realizar las declaraciones “se había calentado”.
Claro, las cámaras montevideanas ya no estaban quedaba nada más que este humilde periodista aldeano. Creo que al menos me merecía una explicación, al menos un gesto.
Pero en fin el Dr. Souto está en todo su derecho de elegir con quien quiere hablar y yo de manifestar mi desagrado por ello. Me empeño día a día por no perder de vista, la responsabilidad que como comunicador, me toca.
Más allá de errores he actuado siempre con el debido respeto a todos, absolutamente a todos, con quienes debo interrelacionarme, parecería que otros no actúan de la misma manera. Me hubiera gustado que el Dr. Rodolfo Souto, Juez en este pueblo, brindara sus explicaciones, sobre un caso que preocupa a todos.