Cerca de 85% de los usuarios del sistema judicial en Rivera acude a Defensoría Pública
El servicio de Defensoría Pública cumple un rol superlativo en la vigencia de los derechos de la inmensa mayoría de los ciudadanos que están involucrados en las más diversas causas judiciales, sin embargo su realidad dista mucho de la importancia del papel que cumple.
NORTE dialogó con el Dr. Carlos María Barboza, Defensor Público Penal, con casi treinta y cinco años en la función, quien analizó algunos aspectos del funcionamiento del servicio. Se refirió en primer lugar a la larga fila que se pudo apreciar el primer día del mes frente al local de la Defensoría, en Mons. Jacinto Vera casi Agraciada, expresando que “el inconveniente es que los márgenes de atención que tenemos es muy poco, es mucho el público que requiere el servicio y por una resolución administrativa, se otorgan números solamente el primer día del mes para todas las materias y luego se lo distribuye en el correr del mes. En este momento el tema está a estudio debido a que hay intención de modificarlo a efectos que se otorgue número dos o tres días por mes”.
“Es impresionante la cantidad de personas que se debe atender, estimo que casi el 85% de la tramitación judicial del departamento es atendida por Defensoría pública. Así por ejemplo en mi caso que soy Defensor Penal, de la población carcelaria de Rivera se maneja un 70% de reclusos, se trata de un número muy alto. El trabajo particular en materia penal es muy limitado. Se trata de guarismos que están dentro del promedio de todo el país. Esto significa que se haga bastante complejo seguir la continuidad de un expediente, no es el ideal, pero indudablemente es nuestro deber y se debe realizar la tarea lo mejor posible, pero no es fácil y más cuando hay un cúmulo de limitaciones laborales muy grandes”.
Respecto a la situación en la Cárcel de Cerro Carancho, Barboza expresó que “la situación ha variado, es una nueva realidad, la presencia de reclusos provenientes del COMCAR, es una población carcelaria totalmente diferente. Esto nos ha complicado bastante la tarea en la medida en que aún parecería se está en un período de adaptación. Lamentablemente en dos o tres oportunidades, por situaciones de conflictos internos no pudimos realizar con normalidad la vista a nuestros defendidos, lo que evidentemente perjudica al recluso que no puede enterarse de su situación. Esperemos que durante junio se normalice la situación, abril y mayo fueron bastante complicados.
En mi caso, realizo la visita una vez al mes, tenía veinte reclusos a quienes debía darles información de su situación, pero por problemas de población carcelaria, la policía permite entrar un Abogado al recinto carcelario, el que indudablemente acepta mucho más en la medida que está construido con excelentes medidas de seguridad. Debido al tiempo transcurrido sin poder ingresar debí retirarme sin poder cumplir con informar a esas personas. El problema que vinieron ciento treinta reclusos, que en general tienen una conducta diferente a la del recluso local o de la región, que es más bien tranquilo, que se adapta a esa situación y aguarda su libertad, al contrario de esta gente que viene con procesos por delitos pesados, a lo que se suma que los sacan a quinientos kilómetros de su hábitat natural.
Estos reclusos son atendidos en su inmensa mayoría por defensores de Montevideo, los que ya nos han enviado correspondencia para que se los visite, pero por ahora ello no ha sido posible hasta tanto se normalice la situación. Lamentablemente en el interior no contamos con procuradores que realizan la visita como en Montevideo, por lo que debemos hacer el papel de procuradores, abogados, asistente social o chofer. La defensoría no cuenta con vehículos como otras dependencias del Poder Judicial, ni siquiera se nos proporciona combustible.