La celeste entre los cuatro mejores de la Regional Litoral del Nacional
Resulta difícil explicar cómo se enredan los pensamientos tratando de explicar, de la mejor manera, un sentimiento que se vive y que no se puede pasar al papel a través de una máquina.
Explicar la calidad de persona, por encima del jugador, que es cada uno de los que visten esta camiseta celeste resulta imposible.
Solamente quienes nos acompañan a diario saben que lo hemos repetido una y mil veces cuando señalamos que en cincuenta años de trayectoria dentro de los vestuarios celestes, nunca, pero en realidad nunca, habíamos visto un grupo tan unido, un vestuario donde se transmite e irradia tranquilidad y confianza.
Eso se ve en la cancha y explica, en muchas oportunidad, algunos resultados que desde el punto de vista futbolístico aparecen como imposibles de explicar.
Cuando uno recorre las frases célebres del mundo del fútbol se encuentra con una que encierra todo el sentimiento de esta selección celeste. “nadie es tan importante como todos juntos”
Una frase que se adecua perfectamente a este grupo que es unido, firme y convencido de sus reales potenciales sin que ninguno de ellos sobresalga.
Y queremos establecer este concepto antes de la finalización de la campaña de la celeste en esta temporada porque no hay nada que asegure resultados positivos en las próximas etapas y solamente nos queda la gratísima sensación de estar ante un plantel que ya ha demostrado todo lo que tiene que demostrar
En el fútbol generalmente gana el mejor, pero no siempre lo hace, en muchas oportunidades hay otros componentes que están por encima del análisis de un equipo de fútbol en la cancha
Verlos en el momento del gol, verlos luego cuando se sientan a esperar que el técnico determina quienes rematan los penales para decidir una clasificación, la “calentura” de algunos porque no estaban en la serie de ejecutantes, el pedido de otros de estar entre los primeros a rematar penales si la tanda se alargaba, la confianza que le estaba dando a David Freitas, el abrazo interminable de cada uno de ellos con el golero y la certeza de saber que ninguno iba a errar la pena capital.
Luego lo indescriptible, Marcio Camy (en la fotografía), titular al comienzo, en el banco después pero siempre un luchador incansable, con sus treinta y pico largos al servicio de la celeste y su enorme alegría porque el destino quiso que fuera él, el encargado de rematar el último y lo vi de frente porque corrió hacia donde estaba y se notaba en su rostro una alegría indescriptible, como si corriera entre las nubes al encuentro de sus compañeros para estrecharse en un largo abrazo y un festejo que tiene el sabor especial de haber sido obtenido en campo ajeno pero que lleva implícito el compromiso de seguir adelante con la misma fe, con el mismo entusiasmo y con la misma alegría de sentir el fútbol como un deporte que une y no separa.