Fue una fiesta deportiva, con estadio lleno, los ídolos en la cancha y victoria celeste
La fiesta fue completa, como lo había soñado el aficionado riverense y que parecía que no se iba a poder concretar porque amaneció lloviendo y la humedad se hizo presente todo el día.
Pero la noche fue diferente y si bien es cierto se debió soportar un frío intenso, no fue inaguantable y la presencia de los cuartos mejores jugadores del mundo, en la cancha y a pocos pasos de nuestros ojos, valió la pena.
El público lo sintió así, gritó, vivó los nombres de cada uno de los jugadores en cada una de las oportunidades que los jugadores entraron a la cancha.
Cuando lo hicieron para reconocer el campo de juego y faltaba más de una hora para el partido y cuando había cerca de diez mil personas en el estadio.
Luego cuando ingresaron a los entrenamientos precompetitivos y restaba media hora para el comienzo con quince mil personas.
Y explotó la alegría cuando ingresaron con la camiseta celeste a jugar el partido y cerca de veinte mil aficionados, con banderas, con banderines, con trapos, con un pañuelo celeste saludaron el ingreso de los jugadores a la cancha.
Y el técnico no omitió ningún nombre y a última hora se solucionó el problema que tenían ocho jugadores que no iban a viajar.
No importa si jugaron o no, poco interesa si solamente vinieron a pasear, aquí estaban todos porque se alquilaron dos taxis aéreos y todo el plantel, de 26 jugadores, fueron los que recibieron el saludo y el afecto de la gente.
El partido poco importa, saber si el funcionamiento fue bueno o no, poco importa, por lo menos a nosotros, los riverenses que vivimos intensamente esta fiesta.
Pero, por si toda la alegría ya no fuera más que suficiente, la celeste fue mejor que el rival y los goles fueron llegando casi con naturalidad.
Un centro de Forlán en la ejecución de un tiro de esquina y un cabezazo perfecto de Martín Cáceres para el tanto de apertura.
Luego otro centro de Forlán, del otro lado, Lugano que lo erra, pero el zaguero de Estonia la manda al fondo de su propio arco.
Por si fuera poco Nicolás Lodeiro, cuyo padre falleció en Paysandú en el comienzo de esta semana, estuvo presente, jugó, fue uno de los mejores de la cancha y, en la última jugada, cuando el cambio ya estaba dispuesto, Forlán pidió la última y se la tocó cuando el Nico entraba al área para tocarla sutilmente al fondo de la red, como para fijar justicia no solo al resultado del partido sino que también para el sanducero que se fue aplaudido y fue recibido en medio de abrazos por parte de los integrantes del cuerpo técnico y del plantel que estaban en el área técnica.
Pero no todo estaba listo para el aficionado uruguayo, restaba otro momento sublime y nuevamente la explosión cuando se procedió a la entrega de la copa en homenaje a los cien años del Banco de Seguros y la ofrenda a la tribuna de la mano de Diego Lugano y de Sebastián Abreu… ¡¿Qué más pedir?!
LOS DETALLES
URUGUAY 3 ESTONIA 0
Cancha: Estadio Municipal “Atilio Paiva Olivera”. Hora de comienzo: 19:30. Público: 22.000 personas. Jueces: Saúl Laverni, Gustavo Rossi y Juan Belatti (terna de Argentina). Cuarto árbitro: Héctor Martínez (Uruguay).
URUGUAY: Fernando Muslera, Maximiliano Pereira, Diego Lugano, Mauricio Victorino, Martín Cáceres, Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos, Nicolás Lodeiro, Edinson Cavani, Diego Forlán y Luis Suárez.
Cambios: Sebastián Coates por Mauricio Victorino; Walter Gargano por Diego Pérez; Sebastián Eguren por Egidio Arévalo Ríos; Álvaro González por Nicolás Lodeiro; Sebastián Abreu por Diego Forlán y Abel Hernández por Luis Suárez.
Goles: Martín Cáceres a los 22’ del primer tiempo; Mikk Reintam en contra a los 10’ y Nicolás Lodeiro a los 25’ en el segundo tiempo.
ESTONIA: Pavel Londank, Tihhon Sisov, Karl Palattu, Mikk Reitam, Dimitri Kruglov, Gert Kams, Siim Tenho, Sander Puri, Simm Luts, Henri Annier y Joonas Tamm.
Cambios: Igor Morozov por Mikk Reitam; Meelis Peitre por Siim Luts; Albert Prosa por Henri Anier; Sergei Mosnikov por Siim Tenno; Joel Indermitte por Joonas Tamm.