Escuchar a Antonio Jesús Casimiro Andújar es imprescindible para entender y amar el deporte
Basta mencionar que el prólogo del Libro de Casimiro Andújar lo hizo el propio Presidente del Comité Olímpico Internacional para entender la importancia del conferencista que tuvimos en nuestro medio el pasado fin de semana.
Dijo Juan A. Samaranch: “La salud es el más valioso bien de que disponemos en nuestras vidas. De ser inteligentes la mimaríamos con esmero. Desde este planteamiento inicial se recorren los numerosos beneficios fisiológicos, psicológicos y sociales que la actividad física produce en cualquier persona. Analizados en este ameno y sencillo libro, hará reflexionar al lector sobre su estilo de vida de un modo tan directo que cualquiera se verá reflejado. Con un planteamiento novedoso y creativo, se interrelacionan consejos de activación, mensajes de autoayuda y educación en valores. No pretende sino concienciar a los lectores sobre la importancia de “activarse físicamente”, alcanzar el equilibrio psicofísico, la plenitud, la felicidad y ganar calidad de vida.
El deporte español vive su edad dorada. Los deportistas españoles despiertan la admiración en todo el mundo y son ejemplo de valores como el sacrificio, la disciplina o el esfuerzo. Pero para llegar a ese punto de excelencia es necesario consolidar hábitos saludables en las vidas, especialmente durante nuestra juventud.
El libro del profesor Antonio Casimiro es imprescindible para entender y amar el deporte: el ejercicio físico básico como fundamento de una vida saludable.
Este libro supone una gran aportación para consolidar esos hábitos y conseguir que el gimnasio o la piscina no sean escenarios extraños en nuestras vidas. Hay que agradecer al profesor Antonio Casimiro que haya escrito Actívate, una apuesta optimista por una vida activa, sana y más feliz”.
Sin duda nuestro ser corporal está signado por nuestro ser social, inmerso en una cultura como nunca antes globalizada que tiende a pautar la idoneidad de nuestros hábitos y prácticas corporales. Esta idoneidad se hace extensiva no sólo a las “correctas o deseables” conductas higiénicas, alimentarias, gestuales y posturales (entre otras), sino a los recursos, métodos y procedimientos para lograrlas.
Nuestras elecciones en la medida en que pueden llegar a serlo sobre los “cuidados” que prodigamos al cuerpo están mayoritariamente arraigadas en el sentido del deber: debemos estar sanos, ágiles y en forma. En muchos casos, más que un derecho adquirido y un placer merecido, es un mandato forjado por la cultura del cuerpo saludable en una sociedad que consolida pautas de vida laboral cada vez más sedentarias.
“Estar en forma” se ha convertido en un lema más de las industrias de la salud, y no extraña observar la proliferación de nuevas y mágicas propuestas de rutinas gimnásticas disponibles tanto en revistas como en centros de aparatología denominados gimnasios.
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