Día Nacional del Libro
(Por Ariel Rodríguez) Se trata de una buena fecha para recordarlo, pero que olvidado lo tenemos. Al libro en general y en especial a los autores nacionales, ¡y cuanto a los locales!
Recuerdo aún cuando el Director Nacional de Educación de la administración anterior, en su primera visita a Rivera, en las instalaciones del CERP anunciara con decidida voz montevideana, la buena nueva de la inclusión mucho más extendida de autores nacionales en la currícula de primaria y secundaria, con el apoyo de dicha secretaría de Estado y al preguntarle por Bisio, Olinto o Yhonni de Mello, se quedó sin respuesta.
Cuanto prejuicio hacia nuestra cultura regional, pero también que poca importancia le damos a escritores como los tres mencionados o los Techera, Soledad López, Martín Rojas, Delia Cazarré, Waldemar Rodríguez Navarro, Guadalupe, Zas Recarey, Lalo, Alvear, Joel y tantos más.
Ahí está uno de nuestros patrimonios más ricos, en donde se encierra la riqueza de nuestro propio ser, pues en definitiva, en cada línea se ve plasmado un poco de cada uno de nosotros.
Es el día Nacional del Libro y es buen pretexto para reencontrarnos con la buena y sana costumbre de leer, de meternos en los recovecos del “Orejano” de Serafín y toda su sapiencia; de redescubrir “Barranca Abajo”, de Florencio Sánchez; de estremecernos con Quiroga; de enriquecernos con Benedetti, de andar con Galeano por “Las Venas abiertas de América Latina”; de volver a coincidir o discrepar con Vaz Ferreira; de encantarnos con Rodó; de vernos en un espejo en los versos simples del “Bocha” Benavídez o en la inmensa ternura de Circe Maia.
Si cada uno de nosotros adultos, logra hoy que un solo niño o un joven, descubra la increíble sensación de sentirse libre a través de la lectura, seguramente valió la pena este recuerdo al “Día Nacional del Libro”.
