Rivera, jueves 21 de noviembre de 2024
Por Michel Croz

Casorio (o bodas de sangría)

I
Forma de contrato social / brincadeira para personas serias / dramatización donde los cónyuges actúan fingiendo verdad, para un público que finge creerles / manera de perpetuación de la propiedad y el machismo / todo eso y mucho más / o mucho menos / consuelo de tontos / consuelo de inteligentes / consuelo / una forma del espectáculo / o nada de eso / y en nuestro caso: alegre provocación / ¿y por qué no? (poema inédito).

II
El casamiento es una forma de la comedia. Comedia en la vía y publica vida. Según lo griegos clásicos, serian dos las grandes vertientes del teatro: la tragedia con sus dioses, sus héroes y la catástrofe arropando a la fábula. Y la comedia en el contrapunto de la violenta tragedia. La acción concluía en risa, alegría o casamiento.
Con la boda da inicio al matrimonio. Boda o “casamiento”. Del latín vöta, plural de vötum voto, promesa, por las cuales los cónyuges se emparejan y pasan a vivir tirando como dos bueyes de un solo yugo (¡ufa!).
“El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos; y, a menudo, tres” (Alexandre Dumas). La teoría de que la infidelidad aligera el peso de la cadena es, como se puede apreciar, antigua.

III
“Algo viejo, algo nuevo, algo prestado o usado y algo azul, el baile del billete”. En la supersticiosa Edad Media se decía que en la boda era de buena suerte usar: algo viejo, que simbolizara la conexión de la novia con su pasado y representaba la continuidad de su matrimonio (solía ser alguna joya de la familia); algo prestado, que se refería a la creencia de que la felicidad se podía atraer usando algo de una amiga que fuera feliz (¡!). Lo prestado simbolizaba la amistad, el obtener la felicidad por préstamo (solía ser una joya o simplemente un pañuelo); algo nuevo, porque producía esperanza por un futuro óptimo; algo azul, ya que ese color representaba la fidelidad de los contrayentes (solía ser la liga en la pierna de la novia; en los Estados Unidos la liga azul de blonda era considerada un símbolo de virginidad).
En pueblos de la Edad Media (y también en la familia real inglesa actual), aunque la pareja ya viviera junta, la noche antes de la boda debían pasarla cada uno en su casa o en casa de sus respectivos padres (e agora? Pregunta Vero).
Desde tiempos remotos, para alejar a los malos espíritus es costumbre hacer fuertes ruidos (por ejemplo, en China se hacen explotar bombas de estruendo). El tirar arroz (u otros granos) después de la ceremonia en la iglesia o en el registro civil, representaba la semilla, la descendencia; para otros será la abundancia patrimonial.

IV
Con Verónica nos vamos a casar el 3 de marzo. Me consta que dentro de nuestros amigos, el “casorio” no tiene buena prensa. Sé que a muchos les parecerá díscolo de nuestra parte. Algunos nos mirarán con cierta penita, casi indulgencia. Otros nos excomulgarán de su compañía. La mayoría de nuestros amigos, nos querrán a pesar del desliz.
Nuestro amor es insuficiente, abusivo y contradictorio. Amor pentecostal, el nuestro, nosotros “es” amor, y “es”, con más de seis años de amistad (de la dura y pura). Nuestro amor es fuego helado, verbo y vanidad, sol oscuro, luna policroma. Y es sobre todo, desaforo y desparpajo, lo que resulta aún más escandaloso. Fuimos seducidos al encuentro, quien sabe gracias a qué dioses y diosas, obscenas, zafadas, prometeicas. Lo supimos siempre. Distraídos, fuimos venciendo. Somos amigos, siempre lo fuimos, y tal vez eso nos salve de cosas, como el “monstruo de ojos verdes” (los celos) sufrido por el Otelo y la Desdémona de Shakespeare. Y en la provocación, el sentido mítico y vital, erótico y placentero. Nos vamos seduciendo, a cada rato, a cada instante. Y tal vez no haga falta la verdad verdadera. En la seducción hay un poco de trampa y espejismo, ilusión y rebeldía frente a la insensata realidad. Tenemos la pretensión de la felicidad, si, aunque la sabemos utópica y ucrónica. Pero le somos leales, aún, a nuestras inverdades, por ser en el fondo fondo, ellas, también amables.

V
El matrimonio tiene muy mala fama en la literatura, la filosofía y en la cultura popular. A pesar de ello, somos muchos los que decidimos que, o bien los que lo criticaron se equivocaban, o bien nosotros lo haremos mejor (¡Oh, vanidad de vanidades!). En cualquier caso, habrá que reconocer que es uno de los temas que más hizo brillar el ingenio de algunos de los mejores y más inspirados creadores de frases perdurables, como las siguientes:
“El matrimonio es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia”, Oscar Wilde. “Unos se casan por la iglesia, otros por idiotas”, Woody Allen. “Mi esposo y yo nunca hemos considerado el divorcio… el asesinato algunas veces, pero nunca el divorcio”, Joyce Brothers.
O “En la antigüedad, los sacrificios se hacían ante el altar. Actualmente, esa costumbre perdura”, Helen Rowland. “Cásate; si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te convertiras en un filósofo”, Sófocles. “El secreto de un matrimonio feliz es perdonarse mutuamente el haberse casado”, Sacha Gvitry.
“En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio”, Robert Anderson. “El matrimonio es tratar de solucionar entre los dos problemas que nunca hubieran surgido al estar solo”, Eddy Cantor.
“Algunas personas preguntan cuál es el secreto de un largo matrimonio. Nosotros nos tomamos tiempo para ir a un restaurante dos veces a la semana: la luz de una vela, cena, música suave y baile. Ella va los martes, yo voy los viernes”, Henny Youngman.
“El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde”, Leo Nikolaevich Tolstoi. “Un buen matrimonio es aquel en el que cada uno designa al otro como guardián de su soledad”, Rainer Maria Rilke. “Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta”, André Maurois.

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