Globos aerostáticos fueron un verdadero atractivo para fronterizos y turistas
La actividad, significó todo un acontecimiento para fronterizos y turistas que abarrotaban los comercios de free shop.
El epicentro fue el Parque Internacional, como símbolo de la unión entre ambos pueblos, según informó a NORTE, el Presidente de la entidad organizadora, Eduardo de Mello.
Se trata de un deporte por demás costoso. Un equipo completo, similar a estos que pudimos apreciar, puede costar entre 25 y 50 mil dólares. Cada vuelo significa un gasto mínimo de 200 dólares, en función de la utilización de gas propano y el globo tiene una vida útil de tan sólo trescientas horas, estimándose cada viaje en una hora.
Son pocos los que, en esta región, practican esta actividad. En todo el estado de Río Grande del Sur son solamente cinco personas y aparentemente en Uruguay habría una persona, con quien aspiran contactarse. En Brasil el Estado de Sao Paulo es el que tiene más adeptos a esta disciplina y no pasan de cincuenta. El alto costo se financia con sponsors permanentes o publicidades puntuales, que se cobran muy bien promocionando diferentes actividades, como así también a través de paseos que se realizan, en especial en zonas turísticas, cobrándose unos trescientos cincuenta reales por persona, por un viaje.
Los globos que estuvieron en nuestra frontera tienen capacidad para 3 o 4 tripulantes, aunque los hay hasta para 12.
Tienen unos veinticinco metros de altura. Sus dimensiones aproximadas son de unos tres mil metros cúbicos y los hay más grandes. Es el tamaño del globo, hecho en nylon, el que determina las dimensiones de la cesta o barquilla, hecha generalmente en mimbre, así como el resto del equipo de vuelo.
Según informó de Mello, las estadísticas de la federación mundial no registran accidentes graves, con globos aerostáticos, desde hace muchos años.
Fabio de Barros, conocido camarógrafo del medio, en tareas que desarrolla para Subrayado, informativo de Canal 10 de Montevideo, describió la experiencia como única y describió el viaje como muy sereno. Fotografía: Edilberto “Chango” Chalela.