Rivera, lunes 6 de enero de 2025

Enrique, pedrero de oficio…

Enrique, pedrero de oficio...LAS FLORES (Especial para NORTE por Raúl Armand Ugón). Tiene 62 años y hace más de cuarenta que hace postes de piedra. Aprendió el oficio de su padre y este de su abuelo. Ahora se corto la cadena porque sus hijos se dedican a otra cosa. Bajo de estatura, retacón pero fuerte, que seguramente se fue moldeando con su propio trabajo… sobre todo cuando tiene que sacar los postes de piedra de 60kg de peso desde algún pozo, o pasando por entre otras piedras.
Su día comienza yendo para su “Mina”, a las 6 de la mañana, que está a unos 4 kilómetros de su casa, ya sea a pie, en moto o a caballo. Lo primero que hace es afilar su herramienta que es muy sencilla. Los punteros cortitos de puro acero que los llama: “los milicos”, un martillo, unos punteritos más largos, una regla de acero de 2, 20, una fragua para calentar, un hierro macizo que hace de bigornia para golpear y hacerle punta a los milicos una latita de agua para templar… y por ahí termina su herramienta. Perdón, una piedra del tamaño de un adoquín que le hizo un agujerito para poner paraditos a los punteros con un poquito de aceite para que se termine de templar.
Después de elegida una piedra que le puede dar 150, doscientos, y hasta más postes la empieza trabajar. Primero le hace un lado que le puede llevar hasta 2 o 3 días y martillazo tras martillazo le va sacando en una buena jornada hasta 3 postes de piedra de 2,20 metros de largo por 15 a 18 centímetros de lado por cara, con aproximadamente sesenta kilogramos de peso.
En la zona de Las Fores cerca del Paso del Molino esta su trabajo. Las piedras son bastantes redondas, tipo mora. Algunas están enterradas, incluso se ven muy poquito encima de la tierra y las empieza a escarbar y son enormes, de hasta 3 metros de profundidad.
Trabaja solo, sin apuro, cuidándose de no quedar apretado, también de las cruceras que son muy frecuentes, caza algún tatú para comer, esconde sus herramientas entre las piedras o entre los árboles, se mueve muy rápido y sin hacer ruido.
Lo que más me llamo la atención es el manejo del martillo. Uno para clavar un clavo en la pared a veces le erra el golpe siendo que el clavo está quieto, fijo, pues al contrario de él la mano izquierda que agarra los milicos está en permanente rotación mientras el esta meta golpe. Una sincronización perfecta en sus movimientos. Hace muchos de esos agujeritos en línea. Después los retoca con otro milico más grande y para eso ya han pasado muchas horas de golpe y golpe. En un momento dado que solo el sabe cuándo va a venir la piedra se abre con un ruido extraño y con una rectitud que es digno de admiración. Acomoda esa tapa y le sigue dando y dando hasta ir sacando un poste atrás de otro y afiladas de por medio prendiendo la fragua y siguiendo golpeando esta vez los milicos en la bigornia casera para sacarle punta.
De cada cien postes que hace le deja veinte para el dueño del campo. Tiene tantos pedidos de postes para hacer que según el no le dan los años que le quedan para cumplir con todo. También hace adoquines con los desperdicios. Hace mesas de piedra de hasta 2,60 por 50 centímetros de ancho y 6-7 centímetros de espesor… en fin el hombre es un artesano de la piedra. Oficio que a el le gusta, trabaja cuando quiere, es feliz haciéndolo según el mismo y saca como para vivir bien.
Un oficio que se terminará con el tiempo y para mi fue un placer conocerlo, y quería compartirlo con ustedes.

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