Comercio riverense expectante ante situación de crisis

Luego de un alivio de dos días, en donde los mercados parecieron recuperarse, ayer el fantasma de la crisis volvió a golpear al mundo y Rivera no fue la excepción. Tal como lo hicimos días atrás volvimos a charlar con empresarios de diferentes áreas comerciales, con ambulantes y acomodadores de autos y el común denominador fue el desánimo.
Al cierre de la actividad cambiaria el real cotizó a $ 10.00 y $11.00, compra y venta respectivamente, es decir que aún favorable a Rivera. Sin embargo ya es evidente que el comprador brasileño comienza a tomar precauciones y restringe algunas compras, especialmente superfluas. Pero por otro lado queda pendiente una posible devaluación del real frente al dólar, lo que evidentemente sería de un alto impacto negativo para nuestra ciudad.
Es claro que hay fundados temores y en consecuencia ya se han limitado las compras, especialmente evitando tener mercadería stockeada.
El momento es de inseguridad y eso se ve reflejado en el ambiente. Sarandí no es la misma de semanas anteriores, según nos decía uno de los más veteranos vendedores de tarjetas “Zona Azul”, quien analizaba que sus ingresos, en pocos días cayeron casi un 40%.
Seguramente los próximos días serán determinantes en cuanto al futuro inmediato, aunque lamentablemente, como lo informáramos en edición anterior, ya han comenzado las medidas de restricción de personal y eso es lo que más duele.
Mientras tanto el Poder Ejecutivo, en un editorial aparecido en la página Web de Presidencia, se refirió al tema, anunciándose que “extremará medidas que garanticen el ahorro de los uruguayos y la estabilidad de nuestra moneda”, ante la crisis económica internacional que desde el mes pasado ha afectado a las bolsas de valores internacionales.
“Probablemente sean nuevas medidas, pero ninguna de ellas será la vieja receta del ajuste fiscal”, asegura la misiva del gobierno que encabeza el presidente Tabaré Vázquez, que en otro de sus pasajes destaca que Uruguay no es ajeno a la problemática, pero “estamos adecuadamente preparados para enfrentar sus posibles efectos”.
En tal sentido, el editorial señala que la coyuntura global está siendo evaluada con “rigor técnico y sensibilidad política” porque “la economía es todo menos una ciencia exacta y en ella la transparencia, la confianza y la política, en tanto articulación democrática, son fundamentales”.
Por eso, “hacer hoy un pronóstico final sobre las consecuencias de un proceso aún en curso es riesgoso, si no irresponsable”, afirma el escrito y sentencia: “Si algo ya ha demostrado esta crisis, es el colapso del fundamentalismo de quienes se consideran dueños de la verdad o profetas del éxito”.
Agrega que el gobierno “no es de los que hablan de crisis o coyunturas para buscar culpas ajenas o evadir responsabilidades propias”, y por eso no sólo la administración debe estar “alerta” sino también deben estarlo “sin nerviosismo ni mezquindad” el sistema político, los agentes económicos, los sindicatos y el mundo académico.