Es hora de destetar
La razón de efectuar el destete de los terneros en esta época apunta directamente a mantener un buen porcentaje de preñez en las vacas de cría en el futuro. Es una práctica sencilla, que no le agrega ningún costo a la explotación, pero de todo lo que podamos hacer tal vez sea lo de mayor beneficio económico.
¿Que diferencia hay entre destetar ahora o hacerlo en junio, julio o agosto?
Podemos mirar al asunto desde dos ángulos, el de las vacas y el de los terneros. Ambos presentan diferentes particularidades, que ya veremos, pero debemos recordar siempre que el objetivo de toda empresa agropecuaria, en lo que a producción se refiere, debería ser destetar un ternero por vaca por año y con un buen peso al destete. O sea, debemos procurar un sistema en el que obtengamos la mayor cantidad de terneros posibles de las vacas entoradas, sin agregar gastos y que esos terneros no se nos atrasen luego del destete.
Veamos que pasa con las vacas. En este momento las vacas de cría están criando terneros de primavera (con ternero al pie), pero a su vez, muchas de ellas están preñadas de la entorada del verano. Quiere decir que el animal está atendiendo tres cosas: al ternero que está mamando al pie, al feto que lleva en el vientre y a su propio organismo.
Aparentemente las tres cosas juntas parecen ser un gran esfuerzo, sobre todo si consideramos que de aquí en adelante las pasturas se van achicando (especialmente este año, con la seca que hay) y lo más lógico es esperar que la vaca no pueda atender correctamente las tres.
El resultado final es que vacas que están criando un ternero al pie y que además están preñadas, cuando llegan al momento de parir un nuevo ternero (en agosto-setiembre próximo), van a tener su propio organismo tan deteriorado que no van a poder quedar preñadas nuevamente, cuando se eche los toros a fines de este año.
Esto da, en definitiva, una situación bastante común en el campo: la vaca que pare un año, al año siguiente falla. La fecha del destete puede cambiar drásticamente esta situación. La clave del asunto está en el ritmo en que el feto se desarrolla en el vientre de la madre y de los requerimientos que este feto le impone al organismo de la vaca. Como se sabe, el período de gestación de las vacas es de nueve meses, pero en este período se distinguen claramente 2 etapas diferentes. En los primeros seis meses de gestación, el feto crece muy poco, por lo tanto le exige relativamente poco al organismo de su madre. Recién en los últimos tres meses de gestación el feto crece activamente y es en ese último tercio cuando le provoca grandes desgastes a la madre.
Vamos a poner esto en un calendario para ver mejor las cosas. Supongamos una vaca que haya parido en octubre y a la vez haya vuelto a quedar preñada en enero. En la historia de esta vaca hay un primer período que va desde que pare un ternero hasta que queda servida en enero, en donde lo único que debe hacer es criar a su hijo.
Luego del servicio en enero, empieza un segundo período en donde no solo debe criar al ternero que tiene al pie sino también comenzar a criar al nuevo hijo que lleva en su vientre. Pero como dijimos, el feto no va a ocasionarle mayores problemas a su organismo en los primeros seis meses, es decir hasta julio.
A partir de ahí, y hasta octubre, en que vuelve a parir, el feto se desarrolla rápidamente, ocasionándole un gran desgaste a la madre.
Ahora bien, expuesto de esta manera, es fácil darse cuenta que si dejamos al ternero al pie hasta julio, en una vaca nuevamente preñada, el organismo de este animal no tiene descanso posible y, por lo tanto, no es de extrañar que en el próximo servicio no quede preñada. La vaca agotada, falla ese año para recomponer su organismo.
Toda esta historia puede ser diferente si destetamos más temprano.
En efecto, destetando a fines de marzo-abril, a la vaca del ejemplo le sacamos la presión del ternero que está mamando dos meses antes de que el otro hijo, el que lleva en el vientre, le empiece a causar problemas. Entonces esa vaca tendrá dos meses para reponer su organismo, lo que le permitirá parir en mejores condiciones corporales y volver a quedar preñada en la entorada del próximo verano.
Por otro lado debemos considerar que entrar al invierno con las vacas preñadas en buen estado, es una gran ventaja para soportar crisis forrajeras o inclemencias climáticas, sin olvidar lo importante que es, en caso de vacas de última cría, entrar al invierno con estas prácticamente gordas..
En una próxima entrega volveremos a abordar este tema de fundamental importancia en el ciclo ganadero, recordando a los señores productores que pueden hacernos llegar sus preguntas o inquietudes con respecto a temas de su interés al teléfono 099170006 o al e-mail [email protected].
Marcelo Mendonça, doctor en Medicina y Tecnología Veterinaria.