Las contradicciones como Política de Estado

Mientras el país gira entorno de las encuestas de opinión pública, sobreviene un escenario político en nuestra democracia que verdaderamente desconcierta, porque a estas alturas de los acontecimientos se nos está transformando en una Política de Estado aquello de que “como te digo una cosa, te digo la otra”, lo que es una clara evidencia de que los valores han.
cambiado en el Uruguay de nuestros días.
Por necesidad -los unos y los otros justifican sus acciones basados en preceptos arraigados en una “cultura de contradicciones”. Repase el lector los dichos de las últimas horas del Senador José Mujica y verá que me asiste razón al decir que si como estiman las empresas encuestadoras, Mujica tiene chances ciertas de llegar a la Presidencia de la República en primera vuelta, algo habrá cambiado y mucho en el Uruguay respecto de lo que fuimos e hicimos en materia de construcción de democracia.
Pongamos bajo la lupa lo sostenido por el potencial presidenciable del partido de gobierno, que sostiene a contrapelo del presidente Tabaré Vázquez, quien por cierto lo contradice una y otra vez, que el “secreto bancario” es un valor a negociar con la Argentina para levantar el bloqueo al puente de Fray Bentos o para que se nos permita dragar el canal “Martín García”.
Dijo Mujica hace unos días a radio El Espectador: “… yo puse el tema de la negociación, que incluía el secreto bancario, según recomendara la negociación. El tema central era la negociación, que tomaba el secreto bancario, porque desgraciadamente Uruguay no tiene casi ninguna herramienta para forzar un Mercosur que hace 18 años que está trancado y que está determinando nada menos que esta asimetría. Las grandes industrias que vienen de fuera se instalan en Brasil, en todo caso en Argentina, no se instalan ni en Uruguay ni en Paraguay, porque el comercio intrazona no es seguro, no tenemos ninguna seguridad. Esto perjudica a los dos países, y en el fondo perjudica también a Brasil y Argentina, porque la manera que marque la integración de América Latina es que a Uruguay y a Paraguay les vaya mejor y se transformen en una fuerza de atracción. Como vamos, el Mercosur no atrae a nadie.
Entonces, si ellos hace mucho tiempo que reclaman por el secreto bancario, vamos a discutir todo, vamos a ponerlo arriba de la mesa: “Ah, ¿a vos te molesta? A nosotros nos molesta esto, esto, esto. ¿Vamos o no vamos?”. Porque estamos como empantanados, no pasa nada. Es más, se ha agravado, no podemos ni canalizar Martín García, tenemos el puente trancado, vamos para atrás”.
Aunque la cita parezca extensa vale la pena reseñar con exactitud el razonamiento de Mujica, que parece seguir el rumbo -con ligeras variantes- de 40 años atrás, utilizando el chantaje como procedimiento para lograr el fin buscado. Y reafirmando esta filosofía de vida agregó Mujica en la citada entrevista: “… en el marco de una maroma que se venía en el mundo, lo que no pueden perdonar es que nosotros actuamos de emisarios. Mire que se viene muy fea, superó lo que yo calculaba, pero ya había elementos para darnos cuenta de que en el mundo había un cambio brutal con respecto a esto. Y nos sacaron de la lista, pero nos pusieron en otra lista en la que estamos con unos compañeros de ruta…”.
A confesión de parte relevo de prueba: Mujica asume ser -un emisario y de quien lo haya sido es el factor a desenmascarar. Quizá por eso al presidente de la República no le cayó nada bien lo que Mujica dijo en su ausencia. Desde Santiago de Chile, cuando fue a la cumbre de líderes progresistas a fines de marzo, respondió claramente a sus comentarios: “Durante mi gobierno el secreto bancario no va a ser tocado. Estos temas hay que manejarlos con mucho cuidado porque pueden tener impactos negativos muy fuertes. Hay que saber, cuando uno toca estos temas, que lo debe hacer con mucha mesura, con mucho argumento, con mucho conocimiento, sin ningún tipo de improvisación”.
Y luego reafirmó: “Mientras yo esté en el gobierno de la República Oriental del Uruguay, la economía y el relacionamiento con los actores económicos de mi país van a seguir siendo tratados como los hemos tratado”.
Por respuesta a esta afirmación de quien no sólo es su compañero de ruta, sino su líder político, Mujica manifestó: “…y a los tres o cuatro días nos metieron en la lista, hicimos una cosa y establecimos un compromiso de que vamos a dar información. Quiere decir que al presidente de la República lo asesoraron y lo dejaron pegado”.
Aquí el doble discurso quede de relieve claramente: se sube a un escenario político y se dice -este Gobierno de Tabaré Vázquez es nuestro Gobierno- que es lo mismo que decir -nosotros somos Tabaré- pero acto seguido y como si se tratara de otra película con distinta trama pero con los mismos actores, se construye ese contradictorio escenario que aludíamos líneas arriba en donde se dice una cosa al instante siguiente se plantea otra que se contrapone en forma y en fondo.
Cualquier observador medianamente informado sabe lo que están gastando en esta pre-campaña los alineados a Mujica. Nadie en Uruguay puede afectar los fondos que el ex tupamaro está destinando para ganar lo que parece ya haber ganado, la interna de su partido.
Se juega todo para cambiarlo todo. No se trata de modificar la estructura financiera a partir del “secreto bancario”, sino de subvertir el orden social al extremo de hacer de Uruguay un país enfilado hacia la marginación.
Que una organización mundial como la OCDE haya puesto al Uruguay en una calificación de paraíso fiscal, al menos por un día, es un factor de desprestigio al que el Gobierno debió haberse anticipado, pero que un Senador del Partido de Gobierno haya sido quien horas antes adelantó esa situación de modo velado y como si fuera un razonamiento casual, es verdaderamente grave e increíble.
Estos hechos recuerdan a lo acontecido en el año 2002 cuando se había corrido la voz sobre que una ola de copamientos a supermercados iba a ocurrir en plena crisis bancaria, y que cuando todo se desbarató los responsables políticos se llamaron a silencio como si ellos no hubiesen tenido nada que ver. “Es un acto reflejo de la argentinización de la información” decían connotados políticos hoy en el Gobierno al tiempo que reclamaban el default financiera para Uruguay.
El “terrorismo verbal” es una forma de proceder contraria a nuestra cultura nacional. Subvertir ese orden supone un nuevo modo, indirecto por cierto, aunque muy ligado a una filosofía política, de engañar mediante estrategias simplistas que ponen en riesgo la integridad democrática.

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