Rivera, lunes 20 de mayo de 2024

Nuestra opinión: Odisea para llegar al “Matías González”

Apenas unos días de vacaciones como para recargar pilas y enfrentar un año pleno de fútbol y que seguramente será uno de los últimos en una carrera que lleva ya más de cincuenta años junto a la camiseta celeste.
La totalidad de los que juegan la casi totalidad de los que dirigen ni siquiera habían nacido cuando ya recorríamos las canchas del país detrás de la pelota y la camiseta celeste.
Por eso hicimos coincidir unos días de descanso junto a la familia para ir hasta termas del Arapey y así estar cerca de los dos partidos que Rivera jugaba en cuatro días fuera de nuestro “Atilio Paiva Olivera”.
Sin inconveniente alguno nos fuimos a Bella Unión y una hora después de finalizado el partido ya estábamos de nuevo en la bella zona litoraleña de termas.
Venía luego la despedida de las vacaciones y el viaje a Artigas como primera escala para el retorno a nuestra ciudad.
Con tiempo suficiente salimos por Ruta 3 rumbo a la Ruta 30. Ya sabíamos que el camino no era el mejor, poceado, con muchas piedras pero había tiempo suficiente.
Sin embargo al llegar a Cuaró nos encontramos con lo inesperado. Estábamos a menos de una hora de la llegada a Artigas y sin embargo no podíamos pasar. Cuadras y cuadras de agua sobre la carretera y la corriente muy fuerte rumbo al Cuareim.
Sin tiempo para el debate ni la discusión volvimos sobre nuestros pasos buscando un nuevo trayecto y lo único claro era que teníamos que retornar a Bella Unión recorriendo más de setenta kilómetros que ya los habíamos transitado.
De ahí a Barra do Quaraí y emprender el viaje a Uruguayana. Otros setenta kilómetros de una carretera espantosa, pozos al por mayor y no había forma de levantar velocidad.
Al llegar teníamos que buscar la salida a Alegrete lo que felizmente encontramos rápidamente y comenzamos a transitar sesenta kilómetros al este. Al llegar a un cruce de caminos nos encontramos que al sur se encontraba Quaraí a unos 45 kilómetros y hacia allí nos dirigimos.
A poco de llegar y desde un lugar muy alto vimos a lo lejos las luces de la ciudad y las columnas del estadio “Matías González” ya encendidas. Alegría enorme al llegar a tiempo para ver la victoria de Rivera y estar, como no podía ser de otra manera, alentando a la camiseta celeste.
En definitiva, y por increíble que parezca, desde las Termas del Arapey hasta llegar al “Matías González” debimos recorrer cerca de cuatrocientos kilómetros cuando en realidad estábamos a poco más de doscientos.

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