Rivera, miércoles 27 de noviembre de 2024
Suplemento “El Deportivo”:

El interior del país se une a la lucha por revitalizar al fútbol como deporte

Edward Hooligans era un personaje de Inglaterra el año 1877, era burdo y violento con las personas que estuvieran en contra de su manera de beber. A partir de ese entonces todo aquel que protagonizó hechos violentos y actuó en contra de las normas comenzó a ser llamado “hooligan”.
La violencia está en la sociedad. Pero también el fútbol tiene su propia violencia. La violencia en este deporte es un fenómeno sumamente complejo.
Cuando se alude a la complejidad, se hace referencia a que la violencia no se acota a los incidentes que se producen, a veces lamentables entre hinchadas de distintos clubes y entre estas y la policía, sino también a la tolerancia de algunos dirigentes con sus hinchas violentos, al acoso de representantes y padres a jóvenes valores, al exitismo de ciertos técnicos, a muchos jugadores que cometen faltas graves y se provocan, a algunos árbitros que ven desbordada su tarea por las presiones de los protagonistas del juego, y hasta la misma policía tiene su cuota de responsabilidad cuando no actúa como corresponde en la prevención de los incidentes.
En el fútbol hay tres categorías de asistentes: espectadores, hinchas y barras bravas.
El espectador es aquel que disfruta, va a gozar. El resultado es para él una anécdota.
El hincha es aquel que carece de espíritu crítico, no razona, se limita a sentir a su club. Es dramático e intolerante. Se siente protagonista. Cree que puede insultar al árbitro, a un futbolista, o pedir la renuncia del director técnico.
Cuando se juntan los hinchas que poseen perfiles delincuenciales, consagran su vida a un club, viven de él, están armados y conforman grupos mafiosos, los llamamos barras bravas. Estos son los principales causantes de la violencia que reina en el fútbol. Pero no son los únicos, todos los que formamos parte de este deporte, directa o indirectamente, tenemos nuestra cuota de responsabilidad.
Pero todo ello que veíamos tan lejano ha llegado a nuestro país y ha llegado al interior.
Los árbitros pasaron a ser el blanco de los gritos, de los cánticos, de los insultos y de las agresiones físicas.
Hoy los árbitros del interior tienen una Asociación que los defiende y ampara desde todo punto de vista y, no hace muchas semanas, resolvió una medida de fuerza paralizando a todo el fútbol del interior durante un fin de semana con la finalidad de lograr que se reflexionara respecto al tema.
En nuestras páginas centrales un reportaje al Presidente de la AIAF, el maragato Walter Brajús, que no omite nada y desnuda verdades que muestran la realidad de un deporte tan querido por los uruguayos pero, a la vez, tan sacudido por hechos que no condicen con el amor que le profesamos. Más información en la edición impresa.

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