Con el azuzamiento de la peste y la pandemia, los gobiernos de derecha y ultra derecha (como los de Brasil, Hungría, Polonia, Japón y hasta hace poco EE.UU.), con su manifiesta manera de hacer de la política una arena donde el odio, la violencia y la irrespetuosidad por los DD.HH. y la no garantía de los derechos de las minorías, encontró en varios países un inversión axiológica (de valores), donde la centralidad de la política pasó de ser el impulso a la vida a impulsar las políticas de muerte.
En el 2003 Achille Mbembe camarones presenta en su libro “Política de la enemistad”, un análisis de las formas de dominación y sus diferentes formas de ejercer el poder, basados en las lecturas realizadas desde el concepto de biopolítica de Michel Foucault.
Los análisis de las formas de dominación en la formación del estado moderno, las formas de dominación del estado moderno son diferentes, engendran nuevas formas de sujeción y de ejercicio del poder, el poder no se agota en lo que se entiende por poder desde el punto de vista jurídico o de la lógica soberanista, el poder es poder sobre el cuerpo.
Las formas específicas de dominación en el Siglo XIX en tanto sentidos de la vida y de la muerte van a ganar otro status. Se pasa, entonces, del status de quitar la vida para el status de controlar la vida (Foucault).
En el capitalismo hay necesidad de mantener la vida de sus trabajadores. El racismo hace parte del estado moderno y hacen parte que se manifiesten los mecanismos de muerte (sistemas de salud, seguridad social, seguridad policial, alcantarillado etc.).
El racismo (que, en nuestro occidente, siempre es estructural gracias a las invasiones colonizadoras del Siglo XV) determina quiénes merecen vivir y quiénes no. Quiénes serán asistidos por el estado y quienes no (como afirma Mbembe).
Relación positiva con la muerte del otro, los genocidios se asemejan a la idea del degenerado, de los otros, de los bárbaros, de los contaminados, de los sucios, de los que deben morir.
Hay un cambio no captado por Foucault, dice Mbembe, la dinámica del capitalismo neoliberal genera una expansión de la lógica colonial para todas las regiones y no solo aquellas donde el poder de la colonia permitía esa biopolítica.
No se trata más de sostener la vida, sino de producir la muerte.
Ana Harendt, Aime Cesarie, Franz Fanon, dicen que el nazismo y el fascismo no son más que extensiones de lo que se producía en las colonias, pero ahora están implementadas en sus propios países.
Al decir del filósofo italiano contemporáneo, Agambem, vivimos en un estado de excepción permanente.
La necropolítica pareciera ser, entonces, una forma de la política llevada a cabo por infames y gobernantes con impulsos genocidas. Es el caso, bastante claro, del gobierno brasileño.