Tributo a los inmigrantes llegados por tren a Tranqueras

Tributo a los inmigrantes llegados por tren a TranquerasTRANQUERAS (Por José María Almada Sad). El silbato de un tren que se aleja, el rumor del suelo que se va apagando al irse el convoy. Y entre risas de los que llegaron y se encontraron con seres queridos, y algunos que se alejan con lentitud luego de despedir a quien se iba a otra Estación, allí quedó aquel personaje, con la mirada perdida y la mente puesta en una patria que quizá nunca volverá a ver. Vestido con envejecidos y arrugados ropajes, vestiduras impregnadas de polvo de bodegas de barcos y quizá de algunos puertos del mundo.
Por todo equipaje alguna bolsa de paño con escaso contenido; de edad indefinida, quizá joven pero con el rostro surcado por rasgos cansados y seguramente tenso por el suelo desconocido que acaba de pisar. Semblante agotado, pero a la vez iluminado por la esperanza de encontrar en la nueva tierra, trabajo, nuevos amigos; quizá nueva familia.
Ha venido tal vez huyendo de violencias ajenas, quizá buscando un lugar donde haya trabajo, o tal vez siguiendo los pasos de alguien que antes vino y encontró una tierra hospitalaria. Aunque ha venido sin saber una palabra del idioma local, sin dinero de ninguna clase, sin conocer los hábitos, las leyes, el clima, rápidamente se adaptará a la nueva vida, al nuevo lugar donde en algún momento tendrá un hogar, donde prosperará como trabajador, como comerciante, donde rápidamente se ganará el aprecio y el respeto de los lugareños, donde será objeto de la sana y amistosa risa de muchos, por las mil anécdotas risueñas que provocará cuando aprenda las primeras palabras de la nueva lengua.
Y protagonizará mil historias de vida, sepultando en el alma el cruel desarraigo, la nostalgia, y los amores que allá en tierras lejanas quedaron, y pronto sonriendo con nuevo semblante ante su patria adoptiva y los nuevos amigos. Y en breve será uno más del lugar, participará de las costumbres locales.
Y esta historia en blanco y negro, de nuestro heroico inmigrante seguramente no es tan imaginaria, sino que tiene mucho de realidad y se habrá repetido al igual que en Tranqueras centenas de veces en muchos pueblos y ciudades del Uruguay. Una historia de cien años atrás, que nos dejó como fortuna y herencia, cataratas de cultura, de moral, de buenas costumbres, de sencillez, y de profundo respeto hacia la gente y la tierra que cálidamente los cobijó.
Y el ferrocarril que se aleja, la humeante locomotora que se pierde de vista, y las polvorientas calles que rodean la Estación son mudos testigos y rústica alfombra, para los primeros y titubeantes pasos que dará nuestro antepasado bajo el nuevo cielo, la profundidad de la huella del pie, habla de la firmeza de su futuro en la nueva comarca.
Y ya lo vemos por la espalda, entrando al pueblo de la mano de la nueva vida, con paso cansino y seguro, a empezar a pintar de colores la historia y lo que pronto será un sueño cumplido; agradecido por la patria que lo recibe, agradecido por la patria de donde proviene, confirmando que el inmigrante siente orgullo de ser ciudadano de un lejano país, aunque en realidad es ciudadano del mundo…Y hoy Tranqueras cien años después lo homenajea con sencillez nominando la plaza por donde dio sus primeros pasos al bajar del tren.
Una idea promovida en los años 90 en la entonces Junta Local por el recordado Miguel “Monono” Ade y este cronista, compartida por el funcionario municipal Milton Gomes y que ahora como Alcalde concretó la señalización del lugar.

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