En estos momentos precisamente se lleva a cabo una campaña solidaria para la remodelación del techo del templo, siendo unánime la respuesta de la gente a este requerimiento. “Si habrá que dar gracias”, pensará el Párroco Mendiondo.
Gracias por una comunidad que está siempre presente, en cuanto movimiento haya. Gracias por el restablecimiento de salud del querido Párroco. Gracias por hacer posible tantas obras solidarias, por llevar alegría a los niños y por contar con un grupo humano -hombres y mujeres- excepcional.
Luego todo fue alegría, como ameritaba un acontecimiento de esta naturaleza.
Una cena compartida, en el que se notó la ausencia de integrantes de la comunidad que ya no están, pero que sin dudas estarían viviendo la misma alegría que a todos embargaban, y que muchos pensaban: “¡valió la pena!”.