Un obelisco en la entrada del Parque “Pedro Maciel” en homenaje a la pelota

Al llegar al Parque “Pedro Maciel” nos encontramos con una obra realmente importante, llama la atención e inmediatamente nos interesó conocer los pormenores de la misma.
El presidente del Club, Juan Eduardo da Cunha nos cuenta que cuando se hizo el hormigonado del frente, de acceso al predio, se había dejado una plataforma.
En realidad, siempre nos preguntamos el sentido que tenía aquel espacio destinado -para nosotros- a nada, que impedía el normal tránsito de automóviles que debían esquivar esa protuberancia existente, pero -en realidad- nunca preguntamos, ni nunca se nos ocurrió pensar en una obra posterior.
Pero el presidente de Peñarol ya la había pensado, y en su mente estaba la construcción de un obelisco con una pelota en la cúspide.
Un obelisco es un monumento con forma de pilar, de sección cuadrada, con cuatro caras trapezoidales iguales, ligeramente convergentes, rematado superiormente en una pequeña pirámide denominada pirandón.
Generalmente se erigían sobre una base de piedra prismática. Los antiguos obeliscos se tallaron de un solo bloque de piedra (monolitos).
El primero del que se tiene noticia se data en la época de Userkaf, faraón de la dinastía V de Egipto (c. 2500 a. C.).
Se desconoce cómo eran erigidos estos monumentos, pues no hay ninguna documentación egipcia describiendo el método empleado.
Hoy, este es el sentido más generalizado y compartido al analizar su simbolismo, y se entiende que, dondequiera que haya un obelisco, es sinónimo de fuerza, energía y poder.
En la cima del obelisco, una pelota, símbolo del deporte, en este caso concreto, el fútbol.
La pelota es redonda y es característica en muchos juegos que requieren esfuerzo físico, existe desde el principio de los tiempos.
Se pueden encontrar pelotas en monumentos egipcios, con dibujos de algún tipo de juego con una pelota.
Hoy en día, incluso es utilizada por las tribus aborígenes.
También hay referencias en obras antiguas, por ejemplo, en la Odisea, Nausícaa estaba jugando con una pelota con sus doncellas cuando Odiseo la vio por primera vez en la tierra de los feacios.
Pero Juan Eduardo da Cunha nos cuenta que realidad el homenaje era a la pelota “porque es el símbolo del fútbol”.
Y la idea fue creciendo, en los primeros dibujos trazadas por el presidente, el obelisco tendría seis metros de altura, pero tuvo que bajar uno porque la altura lo hacía cimbrar muchísimo.
La realidad llevó a que por más de un año todos nos preguntamos acerca de la utilidad de la plataforma que se veía sin que hubiera respuesta alguna.
“Es más, en un comienzo hubo otra idea y era la de colocar allí una pelota gigante en lugar del obelisco, hasta que se cambió por esto que hoy ya es una realidad”.

LA OBRA
Poco a poco se fue tornando realidad y se logró que Marcelo, un muy buen herrero, comenzó a construir el “esqueleto” del obelisco.
Vino luego Darío, un electricista que hace muchos trabajos en la institución mirasol lo iluminó con seis tubos de luz por dentro.
Fue el mismo Darío quien consiguió un artefacto en forma de pelota, lo iluminó es lo que está en la cima del obelisco.
Vino finalmente la parte más delicada porque en el comienzo la idea era completarlo con vidrios con los colores amarillo y negro, pero en realidad resultaba bastante complicado y surgió la posibilidad de utilización de acrílicos.
Son 44 en total, once de cada lado y una tapa en la cima suman entonces 45 rectángulos que fueron colocados por Donato Lemos y Daniel Antúnez.
Todo ello llevó algo más de un mes desde que Marcelo entregó la estructura hasta que se logró inaugurar.
Lamentablemente con toda esta situación sanitaria, fue imposible hacerlo como se merecía una obra de este tipo con un recuerdo tan importante, pero hoy la obra está allí y es realmente hermoso verla de noche con todas las luces encendidas.

QUÉ SE PRETENDE CON ELLO
En primera instancia darle color y alegría a la entrada al predio aurinegro y fundamentalmente con los colores que lo caracteriza.
Hay ahora en el predio, una excelente iluminación y se pretende que perdure en el tiempo como un grato recuerdo a una campaña realmente exitosa del conjunto aurinegro en estos tiempos.
Un significado realmente trascendente para una institución que desea recordar este tetracampeonato primero en la historia de más de cien años del fútbol riverense.
Un logro que no pudieron alcanzar grandes equipos que solamente llegaron al tricampeonato como Lavalleja del 1926 al 1928, Oriental, del 1929 al 1931, Lavalleja del 1935 a 1937 y más cerca en el tiempo, las grandes formaciones de Oriental entre 1964 y 1966 y Lavalleja del 2008 al 2010.
Siempre Lavalleja y Oriental, las dos instituciones con decanas del fútbol riverense.
Pero Peñarol vino ahora para ganar lo que no pudo con el gran equipo de comienzos del setenta y hoy celebra el tetracampeonato logrado entre 2016 y 2019.

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