El pasado fin de semana se terminó el campeonato Apertura de la Confederación de Fútbol del Litoral.
Rivera tuvo una discreta actuación, finalizando en la última posición y con tan sólo un punto a favor, logrado como local y en el último partido del certamen.
Apenas un punto lo que significa muy poco para una celeste acostumbrada a las victorias.
Se trata simplemente de la cosecha de lo que se plantó.
Una Liga desintegrada, un plantel disminuido, un cuerpo técnico a quien no se les ha dado la más mínima condición de realizar su trabajo con tranquilidad y un plantel que siempre ha tenido mucho más problemas que soluciones.
Poco tiempo de entrenamiento, bajas, suspensiones, falta de estructura y ausencia de aficionados al estadio, todas situaciones que fueron complicando la participación de los celestes en esta primera parte del campeonato.
El reglamento de disputa permite que ahora todos tengan las mismas chances, el Salto campeón o Rivera que finalizó en la última posición.
Todos empiezan de cero y el campeón de esta segunda parte deberá definir el título máximo ante Salto.
Hay otra posibilidad y es la tabla acumulada pero Rivera ya no tiene chance alguna porque un punto en el Apertura no nos permite siquiera soñar con esa chance.
Lo que nos queda es el Clausura, ganar todos los puntos que no se pudo en el Apertura.
Hay posibilidades en la medida que el equipo juegue como en Artigas y tenga la vergüenza deportiva que demostró en el Dickinson.
Pero hay más, juveniles y mayores celestes tendrán bajas porque los jugadores consideran que una posibilidad en el seudo profesionalismo es la mejor oportunidad de su carrera deportiva y cambian por una aventura que generalmente termina mal y eso lo han demostrado todas las situaciones similares generadas en los últimos años.
