Sabía que tenía que ofrecerle, a su pueblo, un triunfo que tanto se necesitaba para impulsar el deporte del pedal, para hacer olvidar las pequeñeces que enturbian las aguas y para renovar el esfuerzo por contar con una federación integrada, con ciclistas que luzcan, algún día, la malla celeste del norte.
Se largó sólo, fue tomado por un rival y así entraron a la ciudad. A partir del momento que llegaron a Avda Sarandí lo ayudamos todos, sus familiares, sus amigos, la afición riverense que se volcó a la calle a alentarlo. Todos pedaleamos en esos metros finales como para darle la fuerza que necesitaba para vencer en su pueblo.
Y ganó, después todo fue alegría, nuestra calle principal se transformó en un verdadero carnaval y en medio estaba él, como si aún no advirtiera lo que había logrado. ¡Salud Rodrigo! El deporte riverense necesita que otros sigan tu camino.
Suplemento El Deportivo.
