Se sigue reiterando un error en las sesiones de los Consejos Administradores del fútbol local. Así como se establece que no se pueden comentar las sanciones impuestas por los Tribunales de Penas, también rige la misma prohibición para los comentarios de las actuaciones arbitrales.
Es obvio que los delegados de los clubes están con una carga subjetiva en sus apreciaciones y es válida la premisa que cada semana, cuando se gana un partido lo ganan los jugadores y, cuando se pierde, la responsabilidad hay que salir a buscarla en otro lado y los árbitros son los que están más cerca.
Se ha vuelto una costumbre que, antes de finalizar las sesiones, se utilicen minutos y a veces horas, discutiendo sanciones, faltas, expulsiones, penales, posiciones adelantadas como si cada uno de los que opinan tienen algún curso especial para juzgar la función arbitral.
Pero además todos, dirigentes y delegados omiten algo que es fundamental y es la existencia de un Colegio de Árbitros, que es la entidad que tiene la Liga y que se encarga de la tarea de los árbitros y ÚNICAS personas habilitadas para referirse a la actuación de un árbitro.
El Colegio de Árbitros tiene potestades de sancionar a quienes considere conveniente debido a situaciones puntuales que las explicará solamente en el orden interno de las sesiones entre sus integrantes y los propios árbitros.
Nos consta que cada uno de los miembros del Colegio anotan todo, hasta lo mínimo, y que luego lo analizan en conjunto con el objetivo de mejorar día a día y contar con jueces capaces de impartir justicia deportiva dentro de un campo de juego.
Cuando un delegado pretenda hacer un comentario, inmediatamente debería salir al cruce un neutral que deberá establecer que el único órgano capaz de recibir una queja o pedido, es el Colegio, que, para eso, cuenta con el apoyo de la Directiva en vigencia.
En resumen, lo único que puede hacer un delegado es solicitar una entrevista con el Colegio de Árbitros, que lo recibirá y será el único órgano capaz de darle una explicación lógica a su reclamo o bien coincidir y establecer la pena al árbitro cuestionado.