Educación o Barbarie

I
La gente necesita clasificar las cosas y los seres, darles un lugar en su mundo. Ordenar. Otra cosa es encasillar. Ordenar es preciso, encasillar no lo es.
Encasillar da cuenta (en el sentido popular del término) de pobreza espiritual. Se trata de generar pensamiento único, globalizar la superficie y la barbarie desde el “sentido común” (tantas veces criticado por Nietzsche y otros pensadores).
Sentido común que invita a la copia, a la domesticación del pensamiento y de la acción.

II
El “sentido común”. El más insensato de los sentidos. Porque no fantasea. No es sensual. No siente. No se aventura, no crea nada, repite la tradición común, el parloteo del loro de los piratas.
La política, la educación y también el arte, están al servicio de cenicientos poderes nada audaces. Poder liberarse de las rigideces de la norma (y de la “normalidad”) y extender los límites de lo posible. ¿Y, por qué no? Llevar “la imaginación al poder” y el poder de la imaginación al espacio de la polis.
La educación es un caos, despotrican los apocalípticos, los domesticados cantan loas al dios pies de barro de la Autoridad. Griegos o troyanos, progresistas o cabildantes, todos apuntan a los educandos. La adultocracia sobrevive del miedo al cambio. La juventud, la vieron pasar al lado. Buena cosa sería alumbrarse con Bob Dylan: “ah, pero como yo era viejo entonces”.
En entrevista a Sandino Núñez (profesor y mediático de la Filosofía) define a la educación “como ese pequeño milagro de la conciencia y de la lucidez”.
Sandino en entrevista a FENAPES dice citando a Hegel: “cortar, negar los tiempos que corren” y continua: “Educar no tiene nada que ver con capacitación”. “Ni con transferir conocimientos de alguien a otro alguien”. Y da pistas de lo que sería, recurriendo a los bienamados griegos: “Educar es poner un sujeto funcionando en una sociedad civilizada”.
La Educación ligada al acto civilizatorio o es, o deberá ser, aún más. Lo contrario será nuestra perdición en tanto cultura: un reverendo fracaso, una trampa, o un “coro de bostezos”, como define Fernando Acevedo (profesor e investigador de UDELAR acá en Rivera) a nuestros educandos, gracias a los educadores.

III
No creo en la dulzura del amor. No lo digo por Jesús, lo digo por sus herederos. Aplaudo al Jesús que dice “No vengo a traerles la paz, vengo a traerles la espada”.
Espada, justa rabia, que fue blandida a través de carteles y presencias ayer (por el miércoles 11/11) frente al juzgado de calle Sarandí, donde varias mujeres de la Intersocial Feminista 8M Rivera-Livramento, se hicieron sentir por el sonado caso de un docente indecente, hipócrita, abusador de sus estudiantes (adolescentes mujeres y varones).
Son muchos los penados, en estos áridos tiempos. Las movilizaciones, las manifestaciones suelen ser pedagógicas, enseñan, en este caso, sobre el machismo, el patriarcado y la naturalización de conductas abusivas que no se deben tolerar, bajo ningún pretexto.
Pensándolo bien, tal vez sea necesario rescatar algunos valores del “sentido común” que nos decían de no cruzar ciertas fronteras. Aunque pueda parecer contradictorio, en relación a lo que escribí arriba, el sentido de lo humano debe primar, siempre, frente al impulso de la horda y la barbarie.

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